sábado, 14 de marzo de 2009

Anti-arquitectura y Deconstrucción


Es una vasta descripción bastane crítica de lo que supone este movimiento. El autor principal es Nikos Salíngaros, con colaboraciones de Stevens Curl, James Kalb, Brian Hanson, Michael Mehaffy, Terry Mikiten, Hillel Schocken, y Lucien Steil.

El deconstructivismo surge durante los años 70 como una manifestación más de la posmodernidad. Estos primeros ejemplos partían de una interpretación bastante distorsionada de las corrientes filosóficas francesas de la década de 1960, sobre todo la obra de Derridá. De todas formas lo que actualmente se considera deconstructivismo, incluso las primeras manifestaciones ya consideradas como tales, no tienen ya influencia de estas filosofías, y su manera de actuar parte directamente de la deformación o "deconstrucción" de las formas puras de la modernidad hacia elementos más orgánicos.

Charles Jencks, que fue el primero en definir a la Posmodernidad como paradigma de la nueva arquitectura, no ha dudado en cambiar sus criterios y definir el deconstructivismo como este nuevo paradigma. para ello ha sido ayudado por el anciano Phillip Johnson, quien tampoco ha tenido reparo en fomentar la estandarización de esta corriente y su difusión por todo el mundo como una arquitectura cuyo único compromiso es un formalismo vagamente basado en evidencias científicas como los fractales o los microorganismos.

Por tanto, si nos atenemos a los textos de Johnson o Jencks el deconstructivismo es un estilo como lo fue el modernismo tipificado por el "Estilo internacional". Se trata de la variante más comercial y visible del deconstructivismo y es la forma que tienen los jóvenes (y no tan jóvenes) arquitectos, de aproximarse a él. Sin embargo, esta visión de estilo deja muchos interrogantes acerca de lo que verdaderamente es el deconstructivismo ya que es de suponer que detrás de esas formas viscosas y alocadas hay una filosofía de diseño que puede ir más allá del manejo del formalismo.

Y si nos atenemos al Sr. Salíngaros, el deconstructivismo constituye una variante más degenerada aún que la modernidad. Apoyado por la globalización y una superestructura de publicaciones que se autoalimenta de las obras que promociona, se está convirtiendo en una corriente que ahoga las tradiciones locales (incluso las creadas por la modernidad) y que en definitiva nos está legando un panorama arquitectónico amorfo, donde todos los principios de la arquitectura se supeditan al diseño exterior y a la formalidad impactante. No estamos ya en la modernidad agresiva que pretendía eliminar lo superfluo de la tradición, estamos ante un movimiento que incluso elimina lo que de necesario tenía la modernidad, que no era otra cosa que el funcionalismo, la higiene y un vago intento de eficiencia energética encaminado fundamentalmente a la búsqueda de espacios luminosos y diáfanos.

El deconstructivismo es un movimiento (ya que carece de los principios rectores de un estilo) que parte de la deformación de la realidad para crear otras realidades más acordes a los gustos del arquitecto. Precisamente por ser un movimiento, carece de un ejemplo único, y como movimiento que es, lleva muchos años evolucionando cada vez más hacia formas más amorfas. Si los primeros ejemplos eran sutiles juegos de deformación de las formas puras, muchas veces siguiendo un proceso riguroso y casi matemático, los de ahora son simplemente estética sin reflexión previa, una búsqueda de formas originales, llamativas en cualquier entorno, mostrando el más absoluto desprecio a la economía, eficiencia energética, integración con el ambiente y la tradición etc...

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